-Las Heridas de la Infancia-
- Psic Rocío Romano Obregón
- 24 mar 2019
- 3 Min. de lectura
Actualizado: 28 mar 2019
Todas las personas las padecemos en menor o mayor medida. Algunas heridas son más profundas, algunas nos duelen más, algunas ya han cicatrizado y otras, sólo fueron pequeños golpes sin mayores consecuencias.
En ocasiones no somos conscientes de que las padecemos, pero al nombrarlas, es posible que hayas identificado cuál es aquella herida que te sigue doliendo, y es necesario que sepas, que no tienes que vivir con esas heridas, no tienes que vivir atormentado por esos fantasmas y tampoco debe ser un refugio para justificar fracasos y autosabotajes.
Es importante curarlas, pues, de lo contrario, y a pesar del éxito que tengas en tu vida, a pesar de tener metas y logros importantes, seguirás viviendo con esa sensación de vacío que no te deja, un hueco profundo, un círculo sin cerrar, y eso, es ese pequeño niño, en espera de ser atendido.

Existen 5 tipos de heridas en la infancia:
Herida de Abandono

Las personas que padecen esta herida, se encuentran siempre hipervigilantes ante la posibilidad de ser abandonados. Tienden a abandonar antes de ser abandonados, y a sufrir profundamente al sentir o interpretar la posibilidad de que esto ocurra. Prefieren alejarse de situaciones que representen la posibilidad de volver a sufrir una situación de angustia por abandono.
Las personas con esta herida deben trabajar con el miedo a la soledad, el temor al rechazo y las barreras ante el contacto físico.
El miedo al rechazo
Las personas que padecen esta herida, la sufren muy profundamente, sienten un temor a ser rechazados, y al mismo tiempo padecen un rechazo interior a sus propios sentimientos, vivencias, pensamientos, etc. Provoca pensamientos de rechazo, descalificaciones y autocríticas severas hacia uno mismo. Las personas que la padecen, no se sienten merecedoras de comprensión, afecto o atención, por lo que se aísla en su interior ante el miedo a sufrir rechazo.
La persona que la padece también suele ser huidiza, tímida y temerosa, por lo que la persona deberá de trabajar con sus temores internos y situaciones que generen pánico ante la posibilidad de ser rechazados. Si padeces esta herida de la infancia, debes proteger tus emociones para que estas no dependan de la aceptación de los demás.
La humillación

Las personas que padecen esta herida en la infancia, sintieron en su momento muy acusadamente las críticas y desaprobación de las personas a su alrededor. En algún momento, la autoestima infantil fue devastada.
Esta herida puede generar en la persona una personalidad dependiente o por el contrario tiránica y egoísta para proteger el ego herido. Un mecanismo de defensa también puede encontrarse en las personas que necesitan a su vez "humillar a los demás", para sentirse "seguros".
Es importante trabajar nuestra independencia y comprender nuestras necesidades y sentimientos respecto a las situaciones que nos generan inseguridad, así como priorizar aspectos de nuestra vida.
La traición o el miedo a confiar
Esta herida ocurre cuando el niño se siente traicionado por uno de los padres. Puede originarse debido a mentiras, falta de protección, incumplir promesas y también en casos de abuso sexual ya sea por parte de miembros de la familia u omisiones que generaron dicha situación.

Las personas que padecen esta herida de la infancia, suelen ser personas controladoras que necesitan ejercer manipulación para sentirse seguras. Muchas veces, la persona es catalogada como una persona de carácter "fuerte". Deben, estas personas, trabajar la paciencia, el saber estar solo, la tolerancia y el saber delegar responsabilidades.
La injusticia

El excesivo autoritarismo y la falta de sensibilidad afectiva por parte de los cuidadores genera este tipo de heridas. Las personas que la padecen suelen ser fríos y con muchas dificultades para expresar sus emociones, tanto en el plano íntimo como en el social y familiar. La persona suele ser rígida y con uns baja autoestima, perfeccionista e indecisa.
Las personas con esta herida deben trabajar principalmente el autoestima, sabiendo que no necesitan ser perfectos, que son merecedores de afecto y que no es necesaria la rigidez mental. Deben posibilitarse ser más flexibles y condescendientes tanto con ellos mismos como con las personas de su entorno.
Si puedes identificar tus heridas de la infancia, puedes comenzar a perdonar e iniciar el camino de la curación emocional. Identifica tu salud emocional y sana.
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